Graciela y Ricardo. Jujuy, 1977

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El siguiente texto integra una serie de relatos sobre mi vida junto al músico Ricardo Vilca y narra brevemente sus primeros pasos en el ámbito musical, las influencias posteriores, aquello que compartimos durante largos años, las composiciones que más adelante formaron parte de su repertorio.

A disfrutarlo!!!

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De «Sonido Libre» a Guanuqueando

En la época que nos conocimos (1976) Ricardo integraba “Sonido Libre”. El grupo interpretaba todo tipo de música, es decir, todos los géneros musicales. Como en casi todos los pueblos y ciudades de las diferentes provincias se utilizaba el término “orquesta” para designar al conjunto de músicos que tocaban en locales públicos. Su función era la de amenizar los bailes que cada fin de semana se organizaban en los clubes y salones de los distintos pueblos. Los bailes no eran tales si no se presentaba la orquesta en vivo, así era la cosa, no existía otra forma de bailar si no era con los músicos en el escenario, si no venía la orquesta se suspendía el baile. Incluso en las fiestas familiares siempre había un vecino, un amigo, un pariente que tocaba para que el resto de los invitados bailaran, ya sea en el patio, en el comedor, antes y después de la comida. Ya lo dice el poeta que lo inmortalizo en su zamba “el que toca nunca baila”, así es nomás.

Las organizaciones barriales y los representantes de las distintas comparsas contrataban a una determinada orquesta para todo el carnaval, a veces venían desde San Salvador de Jujuy, o desde La Quiaca, pero La Quebrada contaba con sus orquestas propias y se sacaban chispas entre ellas ampliando el repertorio a fin de afianzar su calidad y prestigio. Sonido Libre tocaba preferentemente en el Tinglado de la calle Buenos Aires durante las tantas noches de carnaval, a partir de las veintidós horas con el salón repleto, hasta las cinco de la mañana en que se desenchufaban las guitarras y el baterista enfundaba el platillo de la batería. Los equipos permanecían en el lugar hasta el otro día, en ocasiones los mismos organizadores del baile aportaban los equipos ya que era difícil que los músicos contaran con consolas propias y de alta potencia.

Durante los años que vivimos juntos compartimos una amplia colección de discos que se incrementaba con cada viaje o la llegada de algún familiar. Los había de todos los matices: desde Spinetta hasta Chico Buarque, pasando por Piazzolla, Crosby Stills Nash & Young, desde Eduardo Falú hasta Pink Floyd, Mercedes Sosa, Los Jaivas, Los Beatles, Bach, Chopin, Savia Andina, Led Zepellin, María Elena Walsh, nuestros hijos se criaron escuchando a Pro Música de Rosario, Ruidos y Ruiditos, Los Jarkas, Pastoral, El Dúo Salteño, Deep Purple, John Mc Laughlin y el Arte Silvestre de Anastasio Quiroga.

Este abanico musical, esta multiculturalidad musical, fue formando la cabeza musical de Ricardo, influyó en cuanto a sus preferencias y a la necesidad de incursionar diferentes géneros y estilos. Indudablemente estas múltiples influencias y recorridos lejos de alejarlo de la cultura que lo acunaba, esa mixtura, esa diversidad que se permitió recorrer a través de la música, motivó en él una revolución interior que lo estimuló a explorar un camino musical que luego se fue profundizando y que sin duda queda expresado en el conjunto de su obra.

Lejos había quedado la orquesta “Sonido Libre” pero sin embargo, el amplio repertorio transitado, incluyendo cuecas, tangos, boleros, cumbias, takiraris, permaneció dando vuelta en su cabeza y en su corazón, sumándose más tarde otras modalidades y otros sonidos que venían a multiplicar su bagaje musical. Y en este sentido nada se desprecia. Como en cada campo del saber, como en cada profesión, en cada oficio, como en la vida misma, los nuevos aprendizajes enriquecen sin duda los anteriores y todo sirve, todo se multiplica.

Escuchábamos música todo el día y fue entones, allá por la década del ochenta que comenzaron a surgir temas que hoy son conocidos y otros que no fueron grabados sino en forma casera cuando cantábamos en la cocina de nuestra casa, ubicada en el Pasaje Sud sin número a la entrada del pueblo, frente a las vías del ferrocarril.

Uno de los temas relevantes a los que me refiero es sin duda “Guanuqueando”, otro de esa época es “Quebrada de Sol y de Luna”. Pero aquí viene el paso tal vez más importante y donde hago hincapié al momento de valorar la influencia de aquellas mixturas, estilos y géneros musicales en la obra de Ricardo. Su inspiración en torno al paisaje y los elementos telúricos regionales, sikus y campanas, las llamitas, el tero, (tal como lo prueban las grabaciones de la época) están presentes desde siempre, envuelven sus días y sus horas junto a la guitarra, junto al charango de Oscar Sierra acompañando un sin fin de improvisaciones.

Dicha inspiración es producto de todo un proceso, es el fruto de un camino de búsqueda como es el camino de todo artista. Su producción no nace de la nada, ni de un día para el otro, sino que es producto de un proceso que dio lugar a nuevas y sucesivas transformaciones. Cuando lo conocí Ricardo tocaba folklore y tocaba rock, le gustaba mucho el rock, por eso se enganchó tanto conmigo, lo debo reconocer, tal vez porque fui alguien con quien pudo compartir ese gusto y su necesidad de tocar algo que la mayoría no entendía o criticaba. Pero cierto es que lo que más nos gustaba, a ambos, era la música folklórica. Nuestra casa estaba siempre llena de amigos con quienes recorríamos el camino de la música latinoamericana en su más profunda expresión, (así lo prueba la grabación que se adjunta al presente texto).

Las guitarreadas y los encuentros salpicados de poesía eran parte de la vida cotidiana, reflejan fielmente el gusto y la pasión que sentíamos por la música folklórica, eran verdaderos Tantanakuys, (palabra que significa “encuentro”) con la presencia de amigos entrañables como Carlos Guanuco, Lino Alemán, Julio Contreras, Raúl Torres (Torreño) que como diría el maestro Acebal, “se fueron pal lado de las nubes”, y otros como Fortunato Ramos, Sergio Toconás, Bicho Díaz, Aldo Valeriano, José Castro, interpretando ritmos del repertorio argentino y latinoamericano, tango inclusive, guitarras que se cruzan, se acompañan, alardes de sikus y anatas, charangos y quenas, “zampoñas que en el viento huyen”.

Nada sucede de un día para el otro, los procesos de la vida no son lineales, cada cosa que vivimos es la suma de lo que somos y lo que hemos vivido, incluso los últimos años y en varias oportunidades me consultaba a fin de recordar los nombres de algunos de los músicos y compositores que tanto habíamos escuchado. Quién sabe qué nudos estaría desatando y qué puntadas estaría dando interiormente para retornar a las fuentes donde la vida sigue y fluye y se hace milagrosa.

Después de un largo distanciamiento y durante una de las charlas que tuvimos años más tarde, me confesó que imbuido de una gran tristeza compuso algunos de los temas que conforman su primer trabajo discográfico. Una vez más la música lo condujo hacia la búsqueda interior, la reflexión, la duda. Y qué bueno es dudar para crecer.

Cuando vino a Buenos Aires para grabar su primer CD, “La Magia de mi Raza” (1993), comenzó a rever el camino recorrido y la composición constituyó una actitud sanadora que le permitió canalizar sus sentimientos, logrando una sucesión de temas bellos, maravillosos.

Entonces grabó y popularizó Guanuqueando, con letra de mi autoría, (el tema data del año 1980 aprox.), revelación de la afinidad que nos unía en torno a la música, un latido inalterable que perduró a través del tiempo. Nuestros encuentros sucesivos en los bares de San Telmo, barrio que amaba, sus calles se parecen mucho a las calles de San Salvador de Jujuy con sus mercados y pórticos coloniales, fueron limpiando la rispidez del camino. Lloraba cada vez que nos veíamos, llorábamos ambos, un llanto parecido a la lluvia, la que lava, la que refresca, la que riega la tierra. Y allí quedó para siempre Guanuqueando como testimonio de un sentimiento y una energía que nos une eternamente.

Así lo quiso Ricardo.

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Para todos aquellos que me preguntan sobre el origen de Guanuqueando, comparto este audio que fue emitido en el programa de YouTube «La Peña de Pata» en Septiembre de 2020.

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Guanuqueando

Ventero de labios quebrados
zampoñas y quenas sonando
antiguo respiro en la boca
besos, besos de mi raza

Perdido en la noche el silencio
la tarde que se hace distancia
misterios que el tiempo descifra
ese, ese es tu respiro.

Siento quenas que en el viento huyen
trayendo amores y silencios de las peñas
que encierran el sol en su corazón

Entre airampos de luna
zampoñas que en el viento huyen
en viaje buscando cielo un cóndor va
como mi ser resucitará buscando la luz
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REUNIÓN FAMILIAR

Comparto la grabación de una reunión familiar en nuestra casa, en el año 1980 aproximadamente, de las que solían participar lugareños y visitantes, donde se escucha la voz de mi padre que a modo de anfitrión se dedica a presentar a los amigos con quienes compartimos este encuentro de música y poesía.

La desgrabación del cassette (una verdadera reliquia) a un CD estuvo a cargo de Gerardo Fernández y luego restaurado en Estudios Master a fin de lograr una mejor reproducción del sonido, tratando de conservar los detalles espontáneos y lo rudimentario de ese grabador, que ubicado en el centro de la mesa, llenaba las tardes y las noches desiertas de una Humahuaca austera y esencial.

Humahuaca/ 1982

Dedicado a los amigos y músicos que nos dejaron físicamente pero siguen estando presentes en nuestro corazón… siempre.

  • Surco 1: Graciela Volodarski y Ricardo Vilca reciben amigos en su casa, como es frecuente. Gregorio, el abuelo materno y alguien más están de visita, por eso se habla de agregar una “cama”. La voz de Ricardo se escucha bajito, casi imperceptible. La conversación gira alrededor del funcionamiento del grabador.
  • Surco 2: “Caminito” Guitarras: Ricardo Vilca y Lino Alemán.
  • Surco 3: “Escríbeme una carta” de D.Toro y “Deja de Llorar”.- Voz y Guitarra: Lino Alemán.
  • Surco 4: “Anateada” interpreta Armando Urzagasti.
  • Surco 5: La voz de Gregorio, mi padre, anima a cantar a Raúl Prchal que lo hace acompañado en guitarra por Ricardo Vilca y luego Ricardo ejecuta “Luna Tucumana” de A. Yupanqui.
  • Surco 6: “Para Santa Catalina” (cueca). Acordeón: Fortunato Ramos.- Guitarra: Ricardo Vilca.
  • Surco 7: “Tierra Humahuaqueña”.- Autora: Graciela Volodarski. Acompaña en guitarra Ricardo Vilca.
  • Surco 8: “Quiero Volver a Jujuy” de H. Chagra y R.Aparicio. Voz: Graciela Volodarski.- Guitarra: R.Vilca.
  • Surco 9: “La Puna”.- Autor: Fortunato Ramos. “Maestra” (fragmento) Autor: Fortunato Ramos. “El Rancho” Autora: Graciela Volodarski. Todos los poemas son acompañados en guitarra por Ricardo Vilca.
  • Surco 10: “Zamba de Lozano” Voz: Graciela Volodarski.- Guitarra: Ricardo Vilca.
  • Surco 11: Anateada Final.- Ricardo, Fortunato, Armando. Todos.